"Finalmente, también ésta sucumbió bajo la discordia y la guerra; los unos cayeron ante las siete puertas de Tebas, luchando por el reino del rey Edipo, los otros en los campos de Troya, donde acudieran innúmeros en sus barcos a la palestra por la bella Helena [...]
- ¡Ah!- suspira el viejo poeta Hesíodo, que narra esta leyenda de las generaciones-, ojalá no fuese yo miembro de la quinta generación que ha aparecido ahora. ¡Ojalá hubiese muerto antes o nacido más tarde! Pues la actual familia humana es de hierro. En su miseria, estos hombres de hoy no reposan ni de día ni de noche, acosados por angustias y penalidades. Los dioses no cesan de enviarles nuevas preocupaciones que los consumen. Pero su plaga mayor son ellos mismos. El padre no respeta al hijo, ni el hijo al padre; el huésped odia al amigo que le cobija, el compañero al compañero, y tampoco, como antaño, reina entre hermanos el amor cordial y sincero. ¡Oh, hombres crueles! Por doquier impera sólo el derecho del más fuerte y no se piensa sino en devastarse mutuamente. No es repetado el que proclama la verdad, el justo y virtuoso, sino que se honra únicamente al malhechor, al despreciable criminal. La envidia maliciosa e irascible les persigue y atormenta con su rencoroso rostro. Los tristes mortales se han quedado solos con sus miserias, para las que no pueden esperar remedio alguno."
- ¡Ah!- suspira el viejo poeta Hesíodo, que narra esta leyenda de las generaciones-, ojalá no fuese yo miembro de la quinta generación que ha aparecido ahora. ¡Ojalá hubiese muerto antes o nacido más tarde! Pues la actual familia humana es de hierro. En su miseria, estos hombres de hoy no reposan ni de día ni de noche, acosados por angustias y penalidades. Los dioses no cesan de enviarles nuevas preocupaciones que los consumen. Pero su plaga mayor son ellos mismos. El padre no respeta al hijo, ni el hijo al padre; el huésped odia al amigo que le cobija, el compañero al compañero, y tampoco, como antaño, reina entre hermanos el amor cordial y sincero. ¡Oh, hombres crueles! Por doquier impera sólo el derecho del más fuerte y no se piensa sino en devastarse mutuamente. No es repetado el que proclama la verdad, el justo y virtuoso, sino que se honra únicamente al malhechor, al despreciable criminal. La envidia maliciosa e irascible les persigue y atormenta con su rencoroso rostro. Los tristes mortales se han quedado solos con sus miserias, para las que no pueden esperar remedio alguno."
Dioses y héroes de la Grecia Antigua
Qué gran verdad.Para mucha gente, su peor enemigo..¡son ellos mismos!
ResponderEliminarPero es una tendencia difícil de cambiar. Al sistema le interesa tenernos aislados, separados unos de otros, cada cual en su burbuja, sintiendo miedo y odio hacia el vecino.
Ya lo decía Julio César: "Divide y Vencerás"
Un saludo!!!